LAS TROMPETAS HAN
SONADO.
Era nuestro deber determinante.
Nosotros pensamos haberlo realizado con pureza de
corazón, firmeza espiritual y con un alma intacta.
Que aquel que quiera comprender, comprenda. Nosotros
hemos dado lo que el Cielo ha querido que diéramos para hacer comprender la Luz
de la Verdad Universal que sobrepasa todo concepto humano, miserable y
limitado.
La bendición y la gratitud del Creador y de la Creación
es dada a todas las Almas activas.
En adelante, nuestra actividad se volverá hacia los que
han recibido completamente la Verdad, sin dudas ni reservas mentales, animados
y sostenidos por una Fe tan dura como el diamante y por el Amor más grande de
todos los amores.
Nuestra fraternal y sincera benevolencia se dirige a
estas Almas por la alegría que ellas han querido concedernos creyendo, amando y
esperando en las promesas de Aquel que está cerca de volver entre aquellos que
había creído quedar huérfanos.
Ha sido dicho y escrito: “YO NO OS DEJARÉ HUÉRFANOS, YO
VOLVERÉ ENTRE VOSOTROS”.
Los que han tenido confianza en esta promesa, están
despiertos y con alegría en el Espíritu están esperando, la mirada vuelta hacia
lo Alto de los Cielos y la alegría en el corazón por lo que sus ojos ven y su
oídos oyen.
Nuestro más vivo y grande deseo, sería que todos los
hombres de la tierra volviesen sus miradas hacia el Cielo, hacia donde, muy
ciertamente, se desgarrará en el momento en que la Luz del Hijo del Hombre
compenetrará toda la Tierra de Justicia y de Amor.
Sus Mensajeros ya están entre los hombres y aún si la
gran multitud todavía está sorda y ciega, estos portadores de Amor y de Bien,
trabajan y edifican las condiciones ideales para sensibilizar mejor el escepticismo
humano.
Nosotros estamos de su lado y ellos están al nuestro por
la misma Causa y por los mismos deseos de la Muy Alta Inteligencia de toda la
Creación.
Nosotros deseamos que las tempestades que se amontonan en
el horizonte, de esta generación turbulenta, se disipen por la Gracia de los
que han acelerado el tiempo tocando las trompetas en el buen momento.
Nosotros no tenemos nada que reprocharnos porque hemos
hecho lo que debíamos de hacer, hemos dicho lo que debíamos decir y hemos dado
lo que debíamos dar.
Dios nos es testigo.
EL
FUNDADOR DEL C.S.F.C.
Eugenio
Siragusa.